No los compraban con las famosas tarjetas B, pero los altos cargos de la entidad bancaria tenían otras muchas ventajas, como los coches de lujo que Caja Madrid regalaba a sus directivos. No estamos hablando del vehículo oficial, con chófer incluído, que el equipo de Miguel Blesa tenía a su disposición (un Audi A8 para los del primer escalón y un A6 para los del segundo); sino de modelos premium que la entidad les regalaba para uso y disfrute personal.
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