La Viena actual reposa en la Europa Central, pero su historia refleja un pasado conflictivo, derivado de una ubicación que fue fronteriza. Nació como colonia romana para proteger el limes imperial junto al Danubio y, siglos después, tuvo la responsabilidad de detener el avance otomano. Como consecuencia, la ciudad antigua priorizó la defensa por encima de otras cuestiones, de manera que fortificaciones y murallas, fosos y puertas, baluartes y glacis, resultarían fundamentales en la evolución de su estructura urbana
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