"Sabes perfectamente lo que quieres decir, pero no puedes hacerlo". A veces, porque el sonido de la -S se prolonga más de lo esperado y otras, porque una letra o una sílaba se interponen sin querer, impidiendo que la palabra se pronuncie del tirón. Es entonces cuando los milisegundos se eternizan, los labios tiemblan, la frecuencia cardiaca se acelera y la vergüenza se dispara. "Un círculo vicioso. Te pones nervioso y el bloqueo tiende a empeorar", explica Guillermo Mejías, el primer y único caso de tartamudez publicado en la literatura científ
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