"Un día vinieron y dijeron que mi padre era un tal Blas Infante, del que nunca habíamos oídos hablar", se justifica César. Tampoco cree en un himno que se tuvo que aprender ni en una bandera verde, blanca y verde que nada tiene que ver con la que él defiende: una bandera blanca con una granada que cada vez es más visible por las calles de Granada.
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