Aunque ya lo consideramos como algo habitual, la mayoría de personas suelen realizar algo cuando se preparan para ser inmortalizados en una foto: sonreír. No importa si has tenido un mal día, ni si los ánimos son los más apropiados, la tónica del momento es esbozar una sonrisa que en ocasiones se queda en amago de aparente felicidad. Sin embargo, eso no ocurría en las fotos antiguas, aquellas tomadas antes del siglo XIX (o incluso después).
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