Pablo Casado debería recordar que dentro de unas pocas semanas podría ser presidente del Gobierno de España. Yo no puedo olvidarlo y, oyendo las cosas que dice, esa posibilidad no me tranquiliza. De Aznar ha heredado Casado la determinación de ir en línea recta a la conquista de la Moncloa sin detenerse ante nada, sin respetar ningún semáforo democrático, ni siquiera el de la complicidad de la lucha antiterrorista
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