La nueva normativa contable internacional sobre arrendamientos NIIF 16, que entró en vigor el pasado 1 de enero, 'engorda' los balances de las compañías hasta desvirtuarlos, elevando el activo y el pasivo al activarse unos derechos que antes no tenían por la vía de la amortización. Las empresas contabilizaban hasta el año pasado sus arrendamientos en el lado de los gastos, mientras que a partir de ahora deben anotárselos como costes financieros. "Ahora tienen que amortizar un activo que antes no tenían", indican fuentes financieras.
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