Me decía estos días un periodista local en la puerta del supermercado donde coincidimos después de dos meses sin vernos que o se pone fin al confinamiento o a Sánchez se le va esto de las manos y el país se levanta. Yo miro las imágenes de los cuatro gatos envueltos en la bandera aquí en Guadalajara, o desfilando entre los chalets aislados en una urbanización al norte de Madrid, y creo que no, que nadie en su sano juicio sale estos días de casa a socializarse cacerola en mano porque se sienta prisionero del Gobierno en una situación excepcional
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