Cuesta imaginarlos tan bajos como un perro, con patas de varios dedos y desplazándose a una velocidad parsimoniosa. Pero así eran los ancestros de los caballos que habitaron nuestro planeta hace más de 50 millones de años. Se cree que los cambios anatómicos que dieron como resultado a los caballos tal y como los conocemos ahora fueron impulsados por el cambio de hábitat que los llevó de los bosques a las praderas.
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