Esto, en el fondo, no es más que la estrategia del 'reality'. Coges a unas cuantas personas, las metes en un espacio cerrado, las pones a competir, combaten entre ellas, y el espectador mira a través de las pantallas y toma partido por unos u otros. Es fácil, además, implicarse emocionalmente, porque hay participantes más capullos y menos, y simpatizar con unos y rechazar a otros es lo usual.
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