Una de las políticas con la trayectoria más admirable que se conocen es la antigua secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright. Hija de la emigración, su historia personal define a las claras ese mito del ascensor social sobre el que los Estados Unidos labró su hegemonía social tras la Segunda Guerra Mundial. Pero hoy lo que trae a la memoria la cabeza de Madeleine Albright es una frase suya. Es así: «En el infierno hay un lugar especial reservado para las mujeres que no ayudaron a otras mujeres».
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