Para sus partidarios, el Brexit es como la guerra. Y por tanto requiere medidas económicas excepcionales, como las que aplican los países después de una conflagración o un gran desastre natural, aunque ello implique vaciar las arcas del Tesoro, endeudarse hasta las cejas y empeñar a generaciones futuras. El fin del Gobierno de Theresa May va a ser también el fin de una década larga de austeridad infligida al país por los tories en su obsesión por reducir el déficit y presentarse como el partido del sentido común y la probidad fiscal.
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