William Wragg, quien pidió al primer ministro que renuncie por las fiestas en el número 10, dijo que los presuntos conspiradores han sido amenazados con mala publicidad y recortes en la financiación de los distritos electorales. La vicepresidenta laborista, Angela Rayner, calificó las afirmaciones de "escandalosas" y el líder de Lib Dem, Sir Ed Davey, acusó a Johnson de "actuar más como un jefe de la mafia que como un primer ministro". "La decadencia moral en el corazón del gobierno de Johnson puede ser incluso peor de lo que pensábamos".
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