Los hombres son los que por tradición se enfrentan a esa labor; a las mujeres se les tiene prohibido el acceso ya que existe la creencia de que su simple presencia extingue el mineral: según ellos, las mujeres son sinónimo de desdicha y desgracia. A pesar de las prohibiciones, y arrastrada por la necesidad de sustentar a sus hijos, Marlene logró romper con ese tabú. "Cuando me descubrieron, me dijeron que las mujeres lo teníamos prohibido y que ya no entrara más. Yo les decía que vale, pero al día siguiente volvía a hacer lo mismo".
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