Blanca Espinosa tiene 78 años y es vecina del barrio Gótico de Barcelona desde hace casi medio siglo. “Llegué a esta casa vestida de novia”, recuerda mientras repasa todos los rincones de su hogar. Toda una vida de recuerdos con sus dos hijos y su marido, fallecido hace tres años. “Yo quería morirme en mi casa”, dice la anciana, que rompe a llorar. Sabe que su deseo puede no cumplirse por culpa de una deuda de 88 euros contraída con la propietaria por unas obras que se realizaron en su casa en 2017.
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