Nadie cantó las palabras “hambre” y “amor” como Billie Holiday. Y todas sus canciones eran la misma canción: fragmentos del pecado original de haber nacido mujer, negra y pobre en una sociedad despiadada y racista. Más de medio siglo después de su muerte, el legado de la vocalista de jazz más importante del siglo XX permanece inmarchitable, esperando nuevos desafíos.
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