La Carta marina de Olaus Magnus, el plano más antiguo de las costas nórdicas, ya dibujaba sobre los parajes ignotos a ballenas grotescas, cerdos marinos diabólicos y langostas gigantes triturando humanos entre sus tenazas. Mitos extraños y revoltosos que los habituales de los puertos, los lugareños impresionables y los escritores creativos fueron acicalando hasta confeccionar un extraordinario bestiario acuático de tentáculos, fantasmas sombríos, islas vivientes o deidades capaces de desatar el apocalipsis.
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