Cuando llamé a Bernardo Erlich (Tucumán, 1963) para decirle que lo quería entrevistar, me dijo «yo te voy a buscar al aeropuerto». Tenía su cuadernito en la mano, el que lleva a todos lados, en el que ensaya y dibuja. Me mostró la ciudad, la plaza, las afueras, el camino al cerro, la casa histórica en la que se declaró la independencia argentina. Fuimos a un bar —uno de sus lugares habituales de trabajo, no le gusta dibujar en silencio— y, cuando me quise acordar, la entrevista había empezado sola.
|
etiquetas: entrevista , bernardo erlich