En 19 años y 9 meses, la familia de Déborah no ha tirado la toalla, logrando la reapertura de la causa y ahora, el primer investigado. Aquel 30 de abril de 2002, el reloj de la familia Fernández-Cerveira Neira se paró. Ese día, Déborah, de 21 años, salía de su casa para ir a correr por Samil y nunca regresó. Su cadáver aparecía diez días después en una cuneta en la carretera entre Vigo y A Guarda, a la altura de Portocelo (O Rosal). Durante 19 años y 9 meses, los padres y hermanos de la joven no han parado de luchar para buscar respuestas.
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