Pongamos por caso que somos poco amantes de la legalidad fiscal escrupulosa y a lo largo de un par de décadas nos hemos dedicado a acumular dinero en una cuenta opaca en, vamos a imaginar, Suiza. Con la tontería hemos logrado juntar un millón de euros. No es que seamos precisamente hachas de la inversión, así que en los últimos años ese dinero ha estado inmovilizado en una cuenta con un interés del 2%, porque hemos encontrado un banco generosísimo que nos ofrece una rentabilidad por encima de la media.
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