De acuerdo a una tradición de origen incierto, los habitantes escogen a perro más agresivo de la región para darle su merecido atado a un toro por sus cuatro patas, que no deja de dar sacudidas para desprenderse de él tras salir al ruedo. Entidades animalistas, que denuncian el sufrimiento que soporta el perro, afirman que no hay documentación sobre el supuesto ritual religioso en que se basan los promotores del evento, que viene realizándose desde hace décadas, y contra la que han organizado una campaña de recogida de firmas a través de la red
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