La deuda europea ha vivido un año agitado y con un final inesperado: Italia se ha convertido en la oveja negra de los inversores por delante de países como Grecia. Desde Roma han visto cómo su bono soberano a diez años ha vivido el mayor incremento de rentabilidad de todo el viejo continente, pasando de un 1,05% al 4,4%. Esto significa que los inversores han ignorado la renta fija transalpina en favor de otras inversiones o países que ofrezcan más certezas.
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