En 1897, el maestro publicó un cuento largo titulado Campesinos. Aquí se atrevió a describir a la población rural sin idealizarla ni sentimentalizarla lo más mínimo. Es cierto que en algunos aspectos mostraba su habitual compasión hacia ellos, pero lo que muchos no iban a perdonarle es que no les ahorrase epítetos como “groseros, ruines, sucios, borrachos” o que se preguntase, sinceramente, “¿Cómo iban a ayudarles los ricos, los fuertes, siendo tan groseros, tan ruines, tan borrachos, injuriándose de una manera tan abominable?”
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