El ministro de Exteriores, José Borrell, ha tenido que renunciar al rigor intelectual para defender lo indefendible. Según explicó Borrell al justificar la marcha atrás gubernamental, las bombas se pueden vender a los saudíes porque al estar guiadas por láser impactan donde quiere el atacante con una precisión de más o menos un metro, lo que evitará tragedias y errores. Al ser armas precisas, abundó la ministra portavoz Celaá, no matarán yemeníes.
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