Muchos fueron los pueblos y pedanías ahogados por la fiebre de los pantanos de la dictadura, pero la historia de Argusino es particularmente traumática. Enclavado en un rico valle lleno de humedales, viñedos y encinas, disponía de una población menguante pero muy dinámica, arraigada a su tierra y a sus costumbres. La virtud de estar en el fondo de un valle con un microclima privilegiado terminó siendo su condena. Un estudio topográfico decidió que Argusino debía desaparecer bajo las aguas por el bien de España.
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