Como cualquier distopía, el mensaje es una advertencia. Lo aterrador del argumento es que, buena parte de lo que ocurre lo hemos vivido y lo seguimos viviendo (quiebras bancarias, políticos populistas, crisis migratorias, manipulación a través de las redes sociales, disturbios…). La des-humanización no proviene de las máquinas, no proviene de una tecnificación social, ni del uso que hagamos de ella; la des-humanización proviene de nosotros.
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