Desde los primeros tiempos de la democracia ateniense los únicos impuestos que se imponían a los ciudadanos eran aquellos que gravaban la propiedad, realmente la única fuente de riqueza posible. Y solo los ricos los pagaban. Existían dos tipos de impuestos o tasas. Una se aplicaba solo en casos de extrema necesidad por guerras u otras circunstancias graves, y se imponía a los 6.000 ciudadanos que hubieran declarado un determinado nivel de riqueza y propiedades. Otra era anual y se aplicaba a los 300 ciudadanos más ricos de la polis.
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