Poner al mismo nivel o dar la misma categoría a Ana Patricia Botín y a Greta Thunberg es un insulto a la inteligencia, además de un desprestigio absoluto a la joven activista sueca porque los hechos demuestran que, por muchos publirreportajes que le hagan a la presidenta del Santander paseando entre los glaciares derretidos de Groenlandia, la realidad es que la entidad cántabra es una de las máximas responsables del cambio climático por la financiación y la inversión en los sectores y empresas más contaminantes del planeta.
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