Ashley McIntyre, una joven estadounidense de 25 años, respondió a esta pregunta con un generoso sí. Donó un riñón a Danny Robinson, de su misma edad. Un perfecto desconocido que vivía esclavizado a una máquina de diálisis, y al que este gesto de generosidad le devolvió la vida. Y Dios, el destino, las fuerzas del Universo o aquello en lo que cada uno crea, recompensó este gesto, regalándoles un hermoso amor que les llevó a convertirse en marido y mujer.
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