Love is the drag no tenía nombre de cantante ni de productor, pero canciones como «My man» o «The boy next door» inauguraron la industria musical queer Hoy sonroja, cuando no ofende, la deliberada clandestinidad y «falta de valentía» de un disco en el que no figuraba el nombre de su cantante, sino algo genérico y despersonalizado, como si el disco, por el solo hecho de retozar en su invisibilidad, fuera el espejo de lo que pasaba en la calle.
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