Los partidos políticos españoles parecen haber pasado con enorme facilidad de una teórica función de expresar el pluralismo social, también dentro de las grandes corrientes ideológicas, a convertirse en bandas en las que la cercanía y la fidelidad al líder se tienen como los únicos motivos válidos para la promoción. No es un problema menor, créanme, porque tiende a constituir un sistema en el que la idoneidad y el mérito no jueguen ningún papel, y en el que se promueve una ampliación innecesaria de los puestos directivos...
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