El 4 de julio por la tarde estaba teniendo lugar la prueba de evaluación de una de las asignaturas más complicadas de la Escuela de Minas, Electromagnetismo. Se aproximaba el final del examen, en torno a las 18:30, cuando aprovechando un descuido de los profesores un joven se levantó de su sitio y se aproximó caminando hacia la mesa donde debían entregar la prueba una vez finalizada. En ese momento, ante la sorpresa de los presentes, el joven cogió una caja en la que se encontraban los exámenes ya entregados y echó a correr por la puerta.
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