No hay día que no pase por nuestras manos un mensaje de Whatsapp, un tweet o un email alertándonos del peligro de envenenamiento que corremos al consumir este producto de aquí o aquel de más allá. Generalmente detrás de la denuncia hay un artículo muy comercial de una marca muy famosa y consumida por todo el planeta. Y eso lo hace más viral. La mayoría de los receptores se ven cómplices del envenenamiento masivo y reenvían el mensaje sin ni siquiera leerlo o documentarse pensando que es su deber. Es así de cutre y así real. ¿Qué hay de cierto?
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