Si no fuera por el color de las paredes, las alfombras que silencian los pasos -ahora tapadas con plásticos- y las manijas de las puertas, con su ranura para tarjeta magnética, podríamos perfectamente creer que estamos en un hospital. Pero dentro de las habitaciones la percepción es justamente la contraria: el hospital vuelve a ser un hotel. De las seis plantas, la octava y la novena están dedicadas a contactos estrechos de positivos que no pueden hacer el aislamiento en casa. De la segunda a la octava, están los positivos. Y en cada planta...
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