En la noche del 31 de julio pasado, Ahmad Dawabsheh se quedó sin madre, sin padre y sin hermano. Se los llevó el fuego prendido por un grupo de colonos israelíes en su vivienda de Duma (Cisjordania, territorio palestino ocupado desde 1967). Esas mismas llamas le dejaron a él, a sus cuatro años, quemaduras en el 60% de su cuerpo. El odio arrasó su vida y la de los suyos, pero no pudo con su pasión: el fútbol. Desde la cama de hospital en la que trataba de recuperarse, lucía la camiseta de su club, el Real Madrid, y sonreía al pronunciar su deseo
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