Todo comenzó a finales de agosto de este mismo año. La tripulación de la Estación Espacial Internacional descubrió una fuga de aire en el famoso laboratorio en órbita. No tardaron mucho en encontrar el origen, un diminuto agujero de 2mm de diámetro en la pared de la sección del módulo de transferencia a la cápsula rusa Soyuz MS-09.
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