El modus operandi del ISIS cada vez que alcanzaba una aldea yazidí era sistemático: primero separar a los hombres de las mujeres, a continuación fusilar a los hombres (obligando a las mujeres a ser testigos de cómo mataban a sus padres, maridos y hermanos) y luego secuestrar a las mujeres. Las llevaban a cárceles, donde los militantes de ISIS eran los primeros en elegir la que les gustase. El resto eran vendidas como esclavas. Allí había ginecólogos que las examinaban y separaban a las vírgenes que tenían un precio mucho más alto.
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