Hasta hace un mes había clases de patinaje y partidos de hockey, pero desde el 23 de marzo solo hay féretros sobre los 1.800 metros cuadrados que ocupa la pista del Palacio de Hielo, un gigantesco centro comercial y de ocio reconvertido en morgue por la crisis del coronavirus. Los muertos llegan por las noches en las furgonetas de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y van saliendo a cuenta gotas a lo largo del día, en función de la capacidad de las empresas funerarias, que nunca habían tenido tantos encargos.
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