En 15 de los casos analizados ―un tercio del total― no se pudo determinar qué motivó el fallecimiento del animal por el mal estado de los cadáveres. Del resto, en 17 de los casos (38%) intervino el ser humano, y de ellos, la mayor parte, siete, cayeron envenenados. Cinco fueron tiroteados, tres murieron atrapados por lazos, uno fue atropellado y otro pereció durante una captura científica.
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