A los turistas ebrios que llegan en ambulancia al hospital de Son Espases se les trata como a bebés. Se les pone un pañal si hay riesgo de que se hagan pis o caca encima, se les recuesta de lado para que no se traguen el vómito y se les deja dormir la mona hasta que despierten, con visitas de control cada 30 minutos por parte del personal de guardia de Urgencias. Hay noches en que se amontonan más de 15 turistas, el 99% jóvenes británicos, en la sala que el hospital ha tenido que habilitar expresamente para ellos.
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