El choque socialdemócrata con el iceberg se produjo en 2007, con el estallido de la crisis financiera global. Los socialdemócratas optaron por ponerse de perfil, sonreir al electorado e intentar mantener su base de poder con buenas palabras y mejores intenciones.Zapatero o Schöder, entre otros, son buena muestra de ello: políticos con una gran capacidad de comunicación y empatía con los votantes y ninguna idea sustancial. Ambos llegaron, incluso, a crear escuela, siendo Hollande y Brown dos de sus alumnos más destacados. Hoy no queda nada.
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