Aquel viejo ritual de acercarse a una tienda para comprar un disco, con toda la ceremonia que eso implicaba, parece estar definitivamente olvidado ahora que cualquiera puede acceder a su música favorita con tan solo un click en su ordenador. Con el disco como objeto absolutamente devaluado, este es un momento tan bueno como otro cualquiera para recordar esas viejas joyas que habitan en millones de hogares de todo el mundo, diseminadas en copias por las que una vez alguien, o, pagó dinero a un tendero.