En la Atenas del siglo V a.C., el funcionamiento de la democracia ateniense se sustentaba en la ekklesía, la asamblea ciudadana, y en la heliaia, un conjunto de jurados de reserva que debían prestar servicio en los tribunales de justicia. Independientemente de su nivel socioeconómico, todos los ciudadanos varones podían formar parte de estas dos instituciones. Precisamente, Pericles es uno de los personajes más célebre de la antigua Atenas no por sus hazañas militares, sino por sus elevada capacidad de oratoria y dialéctica.