LITERATOS. Compartimos fragmentos.
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El hombre que se peleó consigo mismo, por Ulysses S. Grant

Bragg era un hombre notablemente inteligente y bien informado, tanto en lo profesional como en lo demás. También era particularmente recto. Empero, poseía un temperamento irascible y era de natural contestatario. Un hombre del más alto carácter moral y los hábitos más correctos, sin embargo en el viejo ejército acababa frecuentemente en algún problema. Como subordinado, siempre estaba atento para cazar a su oficial al mando abusando de sus prerrogativas; como comandante de guarnición era igualmente vigilante para detectar la más leve negligencia en los más triviales asuntos.

En el viejo ejército oí una anécdota muy característica de Bragg. En una ocasión, estando acuartelado en una guarnición con varias compañías bajo el mando de un oficial, él estaba al mando de una compañía, y a la vez ejercía de intendente. En aquel entonces era primer teniente, pero su capitán había sido apartado para otro menester. Como comandante de compañía hizo una solicitud al intendente (él mismo) de algo que quería. Como intendente, rechazó la solicitud y anejó en el dorso las razones. Como comandante de compañía respondió alegando que su solicitud no pedía sino lo que le correspondía, y que era el deber del intendente cumplirla. Como intendente, siguió insistiendo en que tenía razón. Con el negocio en estas condiciones, Bragg remitió el asunto al comandante de la guarnición. Éste, cuando vio la naturaleza del asunto que se le remitía, exclamó: "¡Por Dios, señor Bragg! ¡Se ha peleado usted con todos los oficiales del ejército, y ahora se pelea consigo mismo!"

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Un gran cambio en la definición de "antisemita"

Antes, eras antisemita cuando odiabas a los judíos. Ahora eres antisemita cuando los judíos te odian a ti.

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Fragmento de un artículo reproducido por el diario alemán Leipziger Stadtzeiger

"El deseo de captar los reflejos evanescentes no solamente es imposible como se ha demostrado por las investigaciones alemanas realizadas, sino que el solo deseo de conseguirlo es ya una blasfemia. Dios creó al hombre a Su imagen y ninguna máquina construida por el hombre puede fijar la imagen de Dios. ¿Es posible que Dios hubiera abandonado Sus principios eternos y hubiese permitido a un francés de París, dar al mundo una invención del diablo..?"



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La litografía ultravioleta extrema. Tecnología para fabricar chips

Apple no es la única empresa en el negocio de los semiconductores con una cadena de suministro sorprendentemente compleja. A finales de la década de 2010, ASML, la empresa de litografía holandesa, había pasado casi dos décadas intentando que la litografía ultravioleta extrema funcionara. Para ello fue necesario recorrer el mundo en busca de los componentes más avanzados, los metales más puros, los láseres más potentes y los sensores más precisos. EUV fue una de las mayores apuestas tecnológicas de nuestro tiempo. En 2012, años antes de que ASML produjera una herramienta EUV funcional, Intel, Samsung y TSMC habían inver tido directamente en ASML para garantizar que la empresa tuviera la financiación necesaria para continuar desarrollando las herramientas EUV que requerirían sus futuras capacidades de fabricación de chips. Sólo Intel invirtió 4.000 millones de dólares en ASML en 2012, una de las apuestas más importantes que haya hecho la empresa.

La idea detrás de las herramientas de litografía EUV había cambiado poco desde que Intel y un consorcio de otras empresas de chips habían donado a varios de los laboratorios nacionales de Estados Unidos “lo que parecía dinero infinito para resolver un problema imposible”, como dijo uno de los científicos que trabajó en el proyecto. él. El concepto siguió siendo muy similar al del microscopio inver tido de Jay Lathrop: crear un patrón de ondas de luz usando una “máscara” para bloquear parte de la luz y luego proyectar la luz sobre químicos fotorresistentes aplicados a una oblea de silicio. La luz reacciona con los fotorresistentes, lo que permite depositar material o grabarlo en formas perfectamente formadas, produciendo un chip funcional.

Lathrop había utilizado luz visible simple y fotoprotectores disponibles en el mercado producidos por Kodak. Utilizando lentes y productos químicos más complejos, finalmente fue posible imprimir formas tan pequeñas como unos cientos de nanómetros en obleas de silicio. La longitud de onda de la luz visible es en sí misma de varios cientos de nanómetros, dependiendo del color, por lo que eventualmente enfrentó límites a medida que los transistores se hicieron cada vez más pequeños. Posteriormente, la industria pasó a diferentes tipos de luz ultravioleta con longitudes de onda de 248 y 193 nanómetros. Estas longitudes de onda podían tallar formas más precisas que la luz visible, pero también tenían límites, por lo que la industria puso sus esperanzas en la luz ultravioleta extrema con una longitud de onda de 13, 5 nanómetros.

El uso de luz EUV introdujo nuevas dificultades que resultaron casi imposibles de resolver . Mientras que Lathrop utilizó un microscopio, luz visible y fotoprotectores producidos por Kodak, todos los componentes EUV clave tuvieron que crearse especialmente. No se puede simplemente comprar una bombilla EUV. Para producir suficiente luz EUV es necesario pulver izar una pequeña bola de estaño con un láser. Cymer, una empresa fundada por dos expertos en láser de la Univer sidad de California en San Diego, había sido un actor importante en las fuentes de luz litográficas desde los años 1980. Los ingenieros de la empresa se dieron cuenta de que la mejor solución era disparar una pequeña bola de estaño que medía treinta millonésimas de metro de ancho y que se movía en el vacío a una velocidad de unos trescientos kilómetros por hora. Luego se golpea la lata dos veces con un láser, el primer pulso para calentarla, el segundo, conver tirlo en plasma con una temperatura de alrededor de medio millón de grados, muchas veces más caliente que la superficie del sol. Este proceso de explosión de estaño se repite cincuenta mil veces por segundo para producir luz EUV en las cantidades necesarias para fabricar chips. El proceso de litografía de Jay Lathrop se había basado en una simple bombilla como fuente de luz. El aumento de la complejidad desde entonces fue alucinante.

La fuente de luz de Cymer sólo funcionó gracias a un nuevo láser que podía pulver izar las gotas de estaño con suficiente potencia. Esto requirió un láser basado en dióxido de carbono más potente que cualquiera que existiera anteriormente. En el ver ano de 2005, dos ingenieros de Cymer se acercaron a una empresa alemana de herramientas de precisión llamada Trumpf para ver si podía construir un láser de este tipo. Trumpf ya fabricó los mejores láseres basados en dióxido de carbono del mundo para usos industriales como el corte de precisión. Estos láseres eran monumentos del mecanizado según la mejor tradición industrial alemana. Debido a que alrededor del 80 por ciento de la energía que produce un láser de dióxido de carbono es calor y sólo el 20 por ciento luz, extraer calor de la máquina es un desafío clave. Trumpf había ideado previamente un sistema de sopladores con ventiladores que giraban mil veces por segundo, demasiado rápido para depender de cojinetes físicos. En cambio, 

Trumpf tenía una reputación y un historial de brindar la precisión y confiabilidad que Cymer necesitaba. ¿Podría entregar el poder? Los láseres para EUV debían ser sustancialmente más potentes que los láseres que Trumpf ya producía. Además, la precisión que exigía Cymer era más exigente que cualquier cosa con la que Trumpf se hubiera enfrentado anteriormente. La compañía propuso un láser con cuatro componentes: dos láseres “semilla” que son de baja potencia pero cronometran cada pulso con precisión para que el láser pueda alcanzar 50 millones de gotas de estaño por segundo; cuatro resonadores que aumentan la potencia del haz; un “sistema de transporte de haz” ultrapreciso que dirige el haz a más de treinta metros hacia la cámara de gotas de estaño; y un dispositivo de enfoque final para garantizar que el láser dé un impacto directo, millones de veces por segundo.

Cada paso requirió nuevas innovaciones. Los gases especializados de la cámara láser debían mantenerse a densidades constantes. Las propias gotas de estaño reflejaban luz, que amenazaba con volver a brillar en el láser e interferir con el sistema; Para evitarlo, se requirió una óptica especial. La empresa necesitaba diamantes industriales para proporcionar las “ventanas” a través de las cuales el láser salía de la cámara y tuvo que trabajar con socios para desarrollar nuevos diamantes ultrapuros. Trumpf tardó una década en dominar estos desafíos y producir láseres con suficiente potencia y confiabilidad. Cada uno requirió exactamente 457.329 componentes.

Después de que Cymer y Trumpf encontraran una manera de explotar el estaño para que emitiera suficiente luz EUV, el siguiente paso fue crear espejos que recogieran la luz y la dirigieran hacia un chip de silicio. Zeiss, la empresa alemana que construye los sistemas ópticos más avanzados del mundo, había construido espejos y lentes para sistemas de litografía desde los días de Perkin Elmer y GCA. Sin embargo, la diferencia entre las ópticas utilizadas en el pasado y las requeridas por EUV era tan grande como el contraste entre la bombilla de Lathrop y el sistema de Cymer de hacer estallar gotas de estaño.

El principal desafío de Zeiss fue que el EUV es difícil de reflejar. La longitud de onda de 13, 5 nm del EUV está más cerca de los rayos X que de la luz visible y, como ocurre con los rayos X, muchos materiales absorben el EUV en lugar de reflejarlo. Zeiss comenzó a desarrollar espejos hechos de cien capas alternas de molibdeno y silicio, cada capa de un par de nanómetros de espesor. Los investigadores del Laboratorio Nacional Lawrence Liver more habían identificado esto como un espejo EUV óptimo en un artículo publicado en 1998, pero construir un espejo de este tipo con precisión a nanoescala resultó casi imposible. Al final, Zeiss creó espejos que eran los objetos más lisos jamás fabricados, con impurezas que eran casi imperceptiblemente pequeñas. Si los espejos de un sistema EUV se escalaran al tamaño de Alemania, dijo la compañía, sus mayores irregularidades serían de una décima de milímetro.

Para Frits van Houts, que asumió la dirección del negocio EUV de ASML en 2013, el aporte más crucial a un sistema de litografía EUV no era ningún componente individual, sino la propia habilidad de la empresa en la gestión de la cadena de suministro. ASML diseñó esta red de relaciones comerciales "como una máquina", explicó van Houts, produciendo un sistema finamente ajustado de varios miles de empresas capaces de cumplir con los exigentes requisitos de ASML. La propia ASML sólo producía el 15 por ciento de los componentes de una herramienta EUV, estimó, y compraba el resto a otras empresas. Esto le permitió acceder a los productos mejor diseñados del mundo, pero también requirió una vigilancia constante.

La empresa no tuvo más remedio que confiar en una única fuente para los componentes clave de un sistema EUV. Para gestionar esto, ASML profundizó en los proveedores de sus proveedores para comprender los riesgos. ASML recompensó a ciertos proveedores con inver siones, como los mil millones de dólares que pagó a Zeiss en 2016 para financiar el proceso de I+D de esa empresa. Sin embargo, los mantenía a todos bajo estándares exigentes. "Si no se porta bien, le compraremos", le dijo a un proveedor el director general de ASML, Peter Wennink. No fue una broma: ASML terminó comprando varios proveedores, incluido Cymer, después de concluir que podía gestionarlos mejor por sí mismo.

El resultado fue una máquina con cientos de miles de componentes cuyo desarrollo requirió decenas de miles de millones de dólares y varias décadas. El milagro no es simplemente que la litografía EUV funcione, sino que lo hace de manera suficientemente confiable como para producir chips de manera rentable. La confiabilidad extrema era crucial para cualquier componente que se colocara en el sistema EUV. ASML se había fijado el objetivo de que cada componente durara una media de al menos treinta mil horas (unos cuatro años) antes de necesitar reparación. En la práctica, las reparaciones serían necesarias con más frecuencia, porque no todas las piezas se estropean al mismo tiempo. Las máquinas EUV cuestan más de 100 millones de dólares cada una, por lo que cada hora que una está fuera de línea cuesta a los fabricantes de chips miles de dólares en producción perdida.

Las herramientas EUV funcionan en parte porque su software funciona. ASML utiliza algoritmos de mantenimiento predictivo para adivinar cuándo es necesario reemplazar los componentes antes de que se rompan, por ejemplo. También utiliza software para un proceso llamado litografía computacional para imprimir patrones con mayor precisión. La imprevisibilidad a nivel atómico en la reacción de las ondas de luz con los productos químicos fotorresistentes creó nuevos problemas con EUV que apenas existían con la litografía de longitud de onda más grande. Para detectar anomalías en la forma en que se refracta la luz, las herramientas de ASML proyectan luz en un patrón que difiere del que los fabricantes de chips quieren imprimir en un chip. Imprimir una “X” requiere utilizar un patrón con una forma muy diferente pero que termina creando una “X” cuando las ondas de luz inciden en la oblea de silicio.

El producto final, los chips, funciona de manera tan confiable porque solo tiene un componente: un bloque de silicio cubierto con otros metales. No hay partes móviles en un chip, a menos que cuentes los electrones que se mueven en su interior. Sin embargo, la producción de semiconductores avanzados ha dependido de algunas de las maquinarias más complejas jamás fabricadas. La herramienta de litografía EUV de ASML es la máquina herramienta producida en masa más cara de la historia, tan compleja que es imposible usarla sin una capacitación exhaustiva por parte del personal de ASML, que permanece en el sitio durante toda la vida útil de la herramienta. Cada escáner EUV tiene un logotipo ASML en su costado. Pero la experiencia de ASML, la compañía admite fácilmente, fue su capacidad para orquestar una extensa red de expertos en óptica, diseñadores de software, compañías de láser y muchos otros cuyas capacidades eran necesarias para hacer realidad el sueño de EUV.

Es fácil lamentar la deslocalización de la fabricación, como lo hizo Andy Grove durante los últimos años de su vida. Que una empresa holandesa, ASML, hubiera comercializado una tecnología iniciada en los Laboratorios Nacionales de Estados Unidos y financiada en gran medida por Intel sin duda habría irritado a los nacionalistas económicos estadounidenses, si alguien hubiera estado al tanto de la historia de la litografía o de la tecnología EUV. Sin embargo, las herramientas EUV de ASML no eran realmente holandesas, aunque fueron ensambladas en gran medida en los Países Bajos. Los componentes cruciales provinieron de Cymer en California y de Zeiss y Trumpf en Alemania. E incluso estas empresas alemanas dependían de piezas críticas de equipos producidos en Estados Unidos. La cuestión es que, en lugar de que un solo país pueda enorgullecerse de ser propietario de estas herramientas milagrosas, son producto de muchos países. Una herramienta con cientos de miles de piezas tiene muchos padres.

"¿Funcionará?" Andy Grove le había preguntado a John Carruthers antes de inver tir sus primeros 200 millones de dólares en EUV. Después de tres décadas de inver sión, miles de millones de dólares, una serie de innovaciones tecnológicas y el establecimiento de una de las cadenas de suministro más complejas del mundo, a mediados de la década de 2010, las herramientas EUV de ASML finalmente estaban listas para implementarse en el chip más avanzado del mundo.

La guerra de los chips. Chris Miller

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Eso es vivir...

Vivíamos a cuerpo de rey. Bebíamos como cosacos. Nos amaban mujeres de bandera. Gastábamos a espuertas. Pagábamos con oro, plata y dólares. Lo pagábamos todo: el vodka y la música. El amor lo pagábamos con amor, el odio con odio.

Me gustaban mis compañeros porque nunca me habían defraudado. Era gente sencilla, sin formación. Pero, a ratos, me dejaba boquiabierto lo extraordinarios que podrían llegar a ser. Y, en aquellos momentos, le daba las gracias a la Naturaleza por haberme hecho un ser humano.

Me gustaban los maravillosos amaneceres de primavera, cuando el sol retozaba como un chiquillo, derramando por el cielo colores y centelleos. Me gustaban los cachazudos ocasos de verano, cuando la tierra exhalaba chicharrina y el viento acariciaba con ternura los campos olorosos para refrescarlos.

Me gustaba también el otoño abigarrado, embelesador, cuando el oro y la púrpura caían de los árboles y tejían tapices floreados sobre las veredas, mientras unas neblinas canosas se columpiaban, colgadas del ramaje de los abetos.

Me gustaban también las gélidas noches de invierno, cuando el silencio convertía el aire en una masa pegajosa y la luna meditabunda adornaba la blancura de la nieve con diamantes.

Y vivíamos entre aquellos tesoros y aquellas maravillas, envueltos en colores y centelleos, como niños extraviados que de pronto despiertan en un cuento de hadas. Vivíamos y luchábamos, pero no por unos despojos de existencia, sino por la libertad de ir de un sitio a otro y trabar amistades… En nuestras cabezas bramaban los vendavales, en nuestros ojos jugueteaban los relámpagos, bailaban las nubes y se reían las estrellas. Salvas de carabinas nos daban la bienvenida y nos despedían, muchas veces anunciando una muerte que bailaba impotente a nuestro alrededor sin saber a quién raptar primero.

A menudo, el placer de vivir me dejaba sin aliento. De vez en cuando, los ojos se me empañaban sin que viniera a cuento. De vez en cuando, alguien soltaba una imprecación soez y, al mismo tiempo, me obsequiaba con una sonrisa infantil y me tendía una mano callosa y fiel.

Se pronunciaban pocas palabras. Pero eran palabras de verdad, que yo podía entender fácilmente a sabiendas de que no eran juramentos ni palabras de honor y, por tanto, podían darse por seguras…

Así los días estúpidos y las noches alocadas, que Alguien nos había regalado en recompensa de algo, galopaban entre serpenteos de colorines.

Y, por encima de todo aquello, por encima de nosotros, de la tierra y de las nubes, en la zona norte del cielo, corría el extraño Carro…, reinaba la magnífica, la única, la embrujada Osa Mayor.

El enamorado de la Osa Mayor. Sergiusz Piasecki

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Cervantes nos odiaba a todos

«Los poetas, de acuerdo con su naturaleza, que es cabalmente una naturaleza de artistas, es decir, de hombres raros y excepcionales, no ensalzan siempre lo que merece ser ensalzado por todos los hombres, sino que prefieren lo que justo a ellos, en cuanto artistas, les parece bueno.

De igual modo, raras veces son afortunados sus ataques cuando cultivan la sátira. Cervantes habría podido combatir la Inquisición, mas prefirió poner en ridículo a las víctimas de aquélla, es decir, a los herejes e idealistas de toda especie.

Tras una vida llena de desventuras y contrariedades, todavía encontró gusto en lanzar un capital ataque literario contra una falsa dirección del gusto de los lectores españoles; combatió las novelas de caballería. Sin advertirlo, ese ataque se convirtió en sus manos en una ironizacion general de todas las aspiraciones superiores: hizo reír a España entera, incluidos todos los necios, y les hizo imaginar que ellos mismos eran sabios: es una realidad que ningún libro ha hecho reír tanto como el Don Quijote. Con semejante éxito, Cervantes forma parte de la decadencia de la cultura española, es una desgracia nacional.

Yo opino que Cervantes despreciaba a los hombres, sin excluirse a sí mismo; ¿o es que no hace otra cosa que divertirse cuando cuenta cómo se gastan bromas al enfermo en la corte del duque? Realmente, ¿no se habría reído incluso del hereje puesto sobre la hoguera? Más aún, ni siquiera le ahorra a su héroe aquel terrible cobrar conciencia de su estado al final de su vida: si no es crueldad, es frialdad, es dureza de corazón lo que le hizo escribir semejante escena final, es desprecio de los lectores, cuyas risas, como él sabía, no quedarían perturbadas por esta conclusión.»

Friedrich Nietzsche

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Las cosas siempre se han hecho así...

«Un equipo de científicos colocó a cinco monos en una jaula y, en su interior, una escalera y, sobre ella, un montón de plátanos. Cuando uno de los monos subía a la escalera para coger los plátanos, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre el resto. Después de algún tiempo, cuando algún mono intentaba subir, los demás se lo impedían a palos. Al final, ninguno se atrevía a subir a pesar de la tentación de los plátanos. Entonces, los científicos sustituyeron a uno de los monos.

Lo primero que hizo el nuevo fue subir por la escalera, pero los demás le hicieron bajar rápidamente y le pegaron. Después de algunos golpes, el nuevo integrante del grupo ya no volvió a subir por la escalera. Cambiaron otro mono y ocurrió lo mismo. El primer sustituto participó con entusiasmo en la paliza al novato. Cambiaron un tercero y se repitió el hecho. El cuarto y, finalmente, el último de los veteranos fueron sustituidos.

Los científicos se quedaron, entonces, con un grupo de cinco monos. Ninguno de ellos había recibido el baño de agua fría, pero continuaban golpeando a aquel que intentaba llegar a los plátanos. Si fuese posible preguntarle a alguno de ellos por qué pegaban a quien intentase subir a la escalera, seguramente la respuesta sería: “No sé, aquí las cosas siempre se han hecho así”».

La verdad se equivoca. Santiago Pitarch.

El libro se puede descargar gratuitamente AQUI por cortesía del autor.

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Aquí es imposible que haya una guerra

PABLO: ¿Aquí?

LUIS: Sí, esto podría ser un buen campo de batalla. En aquel bosquecillo está emboscada la infantería. Por la explanada avanzan los tanques. Los tanques y la infantería son alemanes. Y allí, en aquella casa que están construyendo, se han parapetado los franceses.

PABLO: Aquello va a ser el Hospital Clínico.

LUIS: Ya, ya lo sé.

PABLO: También habría nidos de ametralladoras.

LUIS: Sí, aquí, donde estamos nosotros. Un nido de ametralladoras de los franceses. (Gatean hasta la elevación por la que se han dejado caer. Imitan las ametralladoras) Ta-ta-ta-ta…

PABLO: Ta-ta-ta-ta…

LUIS: Primero avanzan los tanques. Es para preparar el ataque de la infantería… Alguno vuela por los aires, despanzurrado… ¿No lo ves?

(PABLO le mira, sorprendido).

LUIS: Aquel de allí… Es porque todo este campo está minado por los franceses… ¡Dispara, dispara, Pablo, que ya sale la infantería del bosquecillo! ¡Ta-ta-ta! ¡Ta-ta-ta!

PABLO: (Que se ha quedado mirando fijamente a LUIS). ¡Pero bueno, tú estás chalado perdido!

LUIS: (Suspende su ardor combativo). Hombre, no vayas a pensar que todo esto me lo creo.

PABLO: Pues lo parece.

LUIS: No es eso. Lo que quería explicarte es que si leo una novela de guerra, pues lo veo todo… Y luego, si salgo al campo, lo vuelvo a ver. Aquí veo a los soldados de El tanque número 13 y de Sin novedad en el frente, que también la he leído. Y lo mismo me pasa con las del Oeste o las policíacas, no te creas…

(Por la expresión de PABLO se entiende que no tiene muy buena opinión del estado mental de su amigo).

LUIS: (Se ha quedado un momento en silencio, contemplando el campo). ¿Te imaginas que aquí hubiera una guerra de verdad?

PABLO: Pero ¿dónde te crees que estás? ¿En Abisinia? ¡Aquí qué va a haber una guerra!

LUIS: Bueno, pero se puede pensar.

PABLO: Aquí no puede haber guerra por muchas razones.

LUIS: ¿Por cuáles?

PABLO: Pues porque para una guerra hace falta mucho campo o el desierto, como en Abisinia, para hacer trincheras. Y aquí no se puede porque estamos en Madrid, en una ciudad. En las ciudades no puede haber batallas.

LUIS: Sí, es verdad.

PABLO: Y, además, está muy lejos la frontera. ¿Con quién podía España tener una guerra? ¿Con los franceses? ¿Con los portugueses? Pues fíjate, primero que lleguen hasta aquí, la guerra se ha acabado.

LUIS: Hombre, yo decía suponiendo que este sitio estuviera en otra parte, que no fuera la Ciudad Universitaria, ¿comprendes? Que estuviera, por ejemplo, cerca de los Pirineos.

PABLO: ¡Ah!, eso sí. Pero mientras este sitio esté aquí es imposible que haya una guerra.

LUIS: Sí, claro. Tienes razón.

Las bicicletas son para el verano -Fernando Fernán Gómez

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Ya no se pueden leer las calles

Hubo un tiempo en el que yo me creía capaz de leer las calles de mi ciudad. Me creía capaz de escudriñar sus rampas y pasajes, sus depósitos humeantes, y hallar algún sentido a las cosas. Pero ahora ya no me creo capaz. O bien he perdido la capacidad, o tal vez las calles se estén volviendo más difíciles de leer. O ambas cosas. No puedo leer libros, que se supone son fáciles, fáciles de leer. Nada de extraño, entonces, que no pueda leer las calles, que, como todos sabemos, son difíciles y duras —revestidas de metal, reforzadas con macizo hormigón armado—. Y cada vez más difíciles, más duras. Analfabetas ellas mismas, las calles son ilegibles. Sencillamente, ya no se dejan leer.

Campos de Londres. Martin Amis

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La verdadera soledad

Toda la gente a la que odiaba se murió hace tiempo. Estoy solo en el mundo.

Los espejos venenosos. Milorad Pavic.

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La chica del estanco

Estoy al final de un domingo monótono. Llueve incesantemente. Un domingo fastidiado porque he tenido que levantarme a las seis para sacar a pastar por las nubes a un Bréguet. Al cabo de diez minutos ha manifestado el deseo imperioso de regresar a las cuadras. (¿Te das cuenta de que hablo como el Abbé Delille?… ¡Oh, la vida provinciana!). Y por diez minutos de vuelo todo un domingo soñoliento. He pasado todo el día comprando cerillas, cigarrillos y sellos. La chica del estanco es monísima. En mi habitación ya tengo más de treinta cajas de cerillas y sellos para cuarenta años. Melancólico balance de ocho días de amor.

Una estanquera es algo maravilloso. El mostrador es hermoso como un trono. Uno se siente alejado y muy pequeño. Uno se oye decir con embriaguez: «Cuarenta céntimos…». Uno mendiga las palabras de amor de donde se puede.

Cartas a una amiga imaginaria. Antoine de Saint Exupery

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Caza de curdlos, Instrucciones para los extranjeros

Entre toda la caza mayor, el curdlo exige los valores más elevados del cazador, tanto personales como de su equipo. Puesto que este animal se ha adaptado, durante su evolución, a soportar los impactos de los meteoritos revistiéndose, a este fin, de una coraza imposible de perforar, los curdlos se cazan desde dentro.

Para la caza del curdlo son imprescindibles:

A) En la fase inicial: pasta de base, salsa de champiñones, perejil, sal y pimienta.

B) En la fase de caza propiamente dicha: una escobilla de paja de arroz, una bomba de relojería.

I. Preparativos en el puesto de espera.

La caza de curdlos es del tipo de espera. El cazador, habiéndose untado previamente con la pasta de base, se acurruca en un surco del estorgo, y una vez preparado así, los compañeros lo espolvorean con perejil picado y le echan sal y pimienta.

II. Cumplidos los preparativos, se espera a un curdlo. Cuando la fiera se acerque se debe, conservando la sangre fría, coger con ambas manos la bomba de relojería que se tenía entre las rodillas. Si el curdlo está hambriento, suele tragar en seguida. Si el curdlo no quiere comer, se le puede incitar palmeteándole ligeramente la lengua. Si se prevé un fracaso, hay quien aconseja ponerse más sal encima; sin embargo, es un paso arriesgado, ya que el curdlo puede estornudar. No existen muchos cazadores que hayan sobrevivido al estornudo de un curdlo.

III. El curdlo, una vez ha tragado, se relame y se aleja. El cazador tragado, procede inmediatamente a la fase activa, o sea, se quita el perejil y las especias con la ayuda de la escobilla, para que la pasta desarrolle libremente su acción purgativa; a continuación regula la bomba de reloj y se marcha con la mayor rapidez posible en la dirección opuesta a la de su entrada.

IV. Al abandonar al curdlo, cuidar de caer sobre las manos y pies para no hacerse daño.

Nota. El empleo de especias picantes está prohibido. Se prohíbe igualmente presentar a los curdlos bombas de relojería reguladas y espolvoreadas con perejil. Quien proceda de dicha manera, será perseguido y penado por caza furtiva.

Stanislaw Lem, Diarios de las estrellas

Viaje decimocuarto

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Acerca del nacionalismo

El nacionalista es, por definición, un ignorante. El nacionalismo es la vía de menor resistencia, el camino fácil.

El nacionalista no tiene problemas. Sabe, o cree saber, cuáles son sus valores, es decir, los valores nacionales, es decir, los valores de la nación a la que pertenece, éticos y políticos. No está interesado en los demás, los demás no son de su incumbencia. Diablos, es otra gente (otras naciones, otras tribus). Ni siquiera hay que aprender nada acerca de ellos.

El nacionalista ve a los demás a su imagen y semejanza: como nacionalistas. Un punto de vista cómodo, como hemos señalado. Miedo y envidia. Un compromiso y una implicación que no requieren esfuerzo. No sólo el infierno son los demás, en clave nacional, por supuesto, sino también: todo lo que no es mío (serbio, croata, francés…) me resulta ajeno.

El nacionalismo es una ideología de la banalidad. Como tal, el nacionalismo es una ideología totalitaria.

Acerca del Nacionalismo - Danilo Kiš

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Bola de sebo

La Guardia Nacional, que desde dos meses atrás practicaba con gran lujo de precauciones prudentes reconocimientos en los bosques vecinos, fusilando a veces a sus propios centinelas y aprestándose al combate cuando un conejo hacía crujir la hojarasca, se retiró a sus hogares. Las armas, los uniformes, todos los mortíferos arreos que hasta entonces derramaron el terror sobre las carreteras nacionales, entre leguas a la redonda, desaparecieron de repente. 

Los últimos soldados franceses acababan de atravesar el Sena buscando el camino de Pont-Audemer por Saint-Severt y Bourg-Achard, y su general iba tras ellos entre dos de sus ayudantes, a pie, desalentado porque no podía intentar nada con jirones de un ejército deshecho y enloquecido por el terrible desastre de un pueblo acostumbrado a vencer y al presente vencido, sin gloria ni desquite, a pesar de su bravura legendaria.

 Una calma profunda, una terrible y silenciosa inquietud, abrumaron a la población. Muchos burgueses acomodados, entumecidos en el comercio, esperaban ansiosamente a los invasores, con el temor de que juzgasen armas de combate un asador y un cuchillo de cocina.

 La vida se paralizó, se cerraron las tiendas, las calles enmudecieron. De tarde en tarde un transeúnte, acobardado por aquel mortal silencio,al deslizarse rápidamente, rozaba el revoco de las fachadas.

 La zozobra, la incertidumbre, hicieron al fin desear que llegase, de una vez, el invasor.

"Bola de sebo" de Guy de Maupassant.

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Los ordenadores y las métáforas

Hace mucho tiempo, en una clase de Lengua, aprendí la definición de metáfora, que era más o menos así:

Una metáfora es una figura retórica que describe un objeto o una acción de un modo que no es literal, pero que ayuda a explicar una idea o a establecer una comparación. […] Las metáforas se utilizan en la poesía, la literatura y siempre que alguien quiere adornar un poco su vocabulario.

Mi profesor de Lengua nos dio ejemplos de metáforas, incluidos los versos más famosos de Shakespeare. «¿Qué luz alumbra aquella ventana? / Es el este, y Julieta es el sol». O «La vida es una sombra que camina, un mal actor / que en escena se inquieta y contonea / y nunca más se le oye». Y así sucesivamente. Me quedé con la idea de que la metáfora se utilizaba sobre todo para condimentar lo que, sin ella, podría ser anodino.

Muchos años después, leí el libro Metáforas de la vida cotidiana, escrito por el lingüista George Lakoff y el filósofo Mark Johnson. Mi anterior concepción de la metáfora sufrió un vuelco (si me perdonan la metáfora). La tesis de Lakoff y Johnson es que nuestro lenguaje cotidiano no solo está repleto de metáforas que suelen sernos invisibles, sino que nuestra comprensión de básicamente todos los conceptos abstractos se basa en metáforas derivadas de conocimientos físicos básicos. Lakoff y Johnson aportan pruebas de su tesis en forma de una amplia colección de ejemplos lingüísticos, que demuestran cómo conceptualizamos conceptos abstractos como tiempo, amor, tristeza, ira y pobreza usando términos de conceptos físicos concretos.

Por ejemplo, Lakoff y Johnson señalan que hablamos del concepto abstracto de tiempo con términos que se aplican al concepto más concreto de dinero. «Gastamos» o «ahorramos» tiempo. A menudo «no podemos desperdiciar el tiempo». A veces el tiempo que gastamos «vale la pena» y hemos «utilizado el tiempo de forma provechosa». Quizá conocemos a alguien que tiene «los días contados».

Del mismo modo, conceptualizamos estados emocionales como la felicidad y la tristeza en forma de direcciones físicas, hacia arriba y hacia abajo. Podemos «sentirnos hundidos» y «caer en una depresión». Nuestro estado de ánimo puede «caer a toda velocidad». Nuestros amigos suelen «levantarnos el ánimo» y nos dejan con «la moral alta».

Si vamos más allá, solemos conceptualizar las relaciones sociales en términos de temperatura física. «Me dieron una cálida bienvenida». «Me miró con frialdad». «Me trató fríamente». Estas expresiones están tan asentadas que no nos damos cuenta de que estamos hablando en lenguaje metafórico. La afirmación de Lakoff y Johnson de que estas metáforas revelan la base física de nuestra comprensión de los conceptos apoya la teoría de Lawrence Barsalou de que comprendemos mediante la simulación de modelos mentales construidos a partir de nuestro conocimiento básico.

Los psicólogos han investigado estas ideas a través de muchos experimentos fascinantes. Un grupo de científicos observó que la zona del cerebro que se activa cuando una persona piensa en el calor físico parece ser la misma que cuando piensa en el calor social. Para investigar las posibles consecuencias psicológicas, los investigadores llevaron a cabo un experimento con un grupo de sujetos voluntarios. Cada sujeto hizo un corto viaje en ascensor, acompañado por un miembro del equipo, hasta el laboratorio de psicología. Durante el trayecto, el miembro del laboratorio pedía al sujeto que sostuviera una taza de café caliente o helado «durante unos segundos» mientras él escribía el nombre de esa persona. Los sujetos no sabían que eso formaba parte del experimento. En el laboratorio, cada sujeto leía una breve descripción de una persona ficticia y se le pedía que valorara varios rasgos de su personalidad. Los que habían sostenido el café caliente en el ascensor consideraron a la persona de ficción mucho «más cálida» que los que habían sostenido el café helado.

Otros investigadores han obtenido resultados similares. Además, esta vinculación entre «temperatura» física y social también parece existir a la inversa: otros psicólogos han descubierto que las experiencias sociales «cálidas» o «frías» hacen que los sujetos sientan más calor o frío físico.

Aunque estos experimentos e interpretaciones siguen siendo objeto de controversia en el mundo de la psicología, se puede interpretar que los resultados respaldan las teorías de Barsalou y de Lakoff y Johnson: entendemos conceptos abstractos en términos de conocimientos físicos básicos. Si se activa mentalmente el concepto de calidez en sentido físico (por ejemplo, al sostener una taza de café caliente), se activa también el concepto de calidez en sentido más abstracto y metafórico, como al juzgar la personalidad de alguien, y viceversa.

Es difícil hablar de comprensión sin hablar de conciencia. Cuando empecé a escribir este libro, tenía pensado evitar por completo la cuestión de la conciencia, porque está llena de problemas científicos. Pero he decidido que me voy a permitir especular un poco. Si nuestra comprensión de conceptos y situaciones consiste en realizar simulaciones utilizando modelos mentales, quizá el fenómeno de la conciencia —y toda nuestra concepción del yo— proviene de nuestra capacidad para construir y simular modelos de nuestros propios modelos mentales. No solo puedo simular mentalmente, por ejemplo, el acto de cruzar la calle mientras hablo por teléfono, sino que puedo simularme mentalmente a mí misma pensándolo y puedo predecir lo que quizá voy a pensar a continuación. Tengo un modelo de mi propio modelo. Modelos de modelos, simulaciones de simulaciones: ¿por qué no? Y así como la percepción física del calor, por ejemplo, activa una percepción metafórica del calor y viceversa, nuestros conceptos relacionados con las sensaciones físicas pueden activar el concepto abstracto del yo, que se retroalimenta a través del sistema nervioso para producir una percepción física del yo, o de la conciencia, si se prefiere. Esta causalidad circular es similar a lo que Douglas Hofstadter llamaba el «extraño bucle» de la conciencia, «en el que los niveles simbólico y físico se retroalimentan mutuamente y vuelven la causalidad del revés, de forma que parece que los símbolos tienen libre albedrío y han adquirido la capacidad paradójica de mover las partículas, en lugar de lo contrario».

Inteligencia artificial. Melanie Mitchell.

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Esas cosillas de los europeos

Con todo, el hecho de que Letonia se presente o se considere una especie de virgen democrática (y, por tanto, rusófoba) no deja de ser desconcertante. Es cierto que un nacionalismo intrínseco permitió a las repúblicas bálticas librarse de la dominación rusa tras la Primera Guerra Mundial. Pero Estonia y Letonia (esta última se correspondía aproximadamente, en la época zarista, con Livonia, que también incluía una parte de la actual Estonia) destacaron por su apoyo al bolchevismo, muy superior a la media rusa. En las elecciones a la Asamblea Constituyente de 1917, la media de los bolcheviques en el conjunto del antiguo Imperio zarista fue del 24% de los votos[1]. ¡En Estonia, obtuvieron el 40% y en Livonia, el 72%! También debemos recordar a la Guardia letona, mimada por Lenin y que desempeñó un papel tan importante durante la Revolución rusa como fuerza encargada de mantener el orden. Una encuesta realizada en 1918 entre los primeros miembros de la Cheka, la policía política bolchevique, precursora del KGB, luego FSB, revela la afinidad de los letones con el comunismo. De una muestra de 894 individuos (los escalafones superiores de la jerarquía), sólo 361 eran rusos y 124 letones, 18 lituanos, 12 estonios, 21 ucranianos, 102 polacos y 116 judíos[2]. La sobrerrepresentación de minorías en una institución revolucionaria es de por sí normal, pero ese 13,8% de letones, que no representaban más del 2% de la población en el Imperio ruso, no está nada mal. Desde un punto de vista antropológico, no hay sorpresas: la estructura familiar tradicional de los Estados bálticos, en particular Estonia y Letonia, era comunitaria de tipo ruso, productora espontánea de autoritarismo e igualitarismo, así pues, de comunismo. Este fondo antropológico báltico se integró en la OTAN y en la Unión Europea en 2004.

Volvamos a las antiguas democracias populares, Hungría al margen. Hay un contraste sorprendente entre, por un lado, su resentimiento hacia Rusia y, por otro, la forma en que perdonaron a Alemania, a pesar de que había arrasado la región durante la Segunda Guerra Mundial y de que la Wehrmacht tuvo un comportamiento más despiadado que el Ejército Rojo. El entusiasmo con que los checos vendieron Skoda a Volkswagen en lugar de a Renault fue asombroso. Dada la importancia de la industria automovilística, se eligió entrar en la misma esfera germánica de la que tanto le había costado salir a Bohemia. De hecho, que países que a menudo fueron mártires del nazismo tomaran decisiones de este tipo plantea un verdadero interrogante al historiador. En momentos de abatimiento y mal humor, a veces me pregunto si, en ciertas naciones de Europa del Este, no hay un reconocimiento más o menos consciente hacia Alemania por haberlos librado de su «problema judío».

La derrota de Occidente. Emmanuel Todd.

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Corazón de Ulises - Javier Reverte

No había otro ruido que el del viento entre los árboles y el canto de las cigarras. Bebimos vino rosado para acompañar la comida y, a los postres , unos tragos de whisky. Luego, fumamos junto a los rescoldos de la hoguera. No hablábamos apenas. Y en algún momento que yo inicié una charla, por decir algo más que por otra razón, él me miró sonriente. "Déjelo", interrumpió, "Cavafis escribió que, cuando no hay nada que decir, hay que dejar que hable el silencio".

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Depresivos

El sistema neoliberal no convierte al explotado en revolucionario, sino en depresivo.

Psicopolítica. Byung Chul Han

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Platero y yo

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.

Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: «¿Platero?», y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal...

Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar, los higos morados, con su cristalina gotita de miel...

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra. Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:

-Tien' asero...

Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.

Juan Ramón Jiménez

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Los que están contra el derecho a heredar

Los que están en contra de la riqueza hereditaria no sólo demuestran que son unos inútiles incapaces de crear nada para sus hijos, sino que declaran también, supongo que involuntariamente, que sus padres también lo eran.

Otto Ohlendorf. (Entrevistado por Joe Heydecker)

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La gran tragedia de Occidente

La gran tragedia de Occidente es que no se consigue compatibilzar la razón con la compasión.

En cuanto alguien siente compasión, deja de pensar razonablemente.

En cuanto empieza a pensar con lógica, deja de sentir compasión.

Es realmente trágico.

Genealogía de la moral. Friedrich Nietzsche

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Por la nieve

¿Cómo se abre camino en la nieve virgen? Un hombre echa a andar, suda y blasfema, avanza sin apenas poder mover los pies, hundiéndose a cada instante en la esponjosa y profunda nieve. El hombre se marcha lejos, marcando su camino con irregulares hoyos negros. Se cansa, se acuesta en la nieve, enciende un pitillo, y el humo de la majorka[1] se extiende en una nube azulada sobre la nieve blanca y brillante. El hombre ya se ha marchado lejos, pero la nube sigue suspendida en el lugar en que se había detenido a descansar: el aire es casi inmóvil. Los caminos se abren siempre en los días de calma, para que los vientos no barran los trabajos de los hombres. El hombre se marca sus propios puntos de orientación en la infinitud nevada: una roca, un árbol alto. El hombre guía su propio cuerpo por la nieve del mismo modo que un timonel dirige la barca por el río de un saliente a otro.

Tras el angosto e inseguro rastro trazado se mueven cinco o seis hombres pegados el uno al otro, hombro con hombro. Pisan junto a la huella, pero no en ella. Al llegar a un lugar señalado de antemano regresan, y de nuevo caminan de manera que se aplaste la virgen superficie nevada, el espacio aún no hollado por pie humano alguno.

El camino está abierto. Por él puede ir gente, convoyes de trineos, tractores.

Si se sigue tras los pasos del primer hombre, huella a huella, se formará un sendero visible pero difícilmente transitable y estrecho: una trocha y no un camino, lleno de hoyos por los cuales es más difícil avanzar que por la nieve virgen.

El trabajo más duro es para el primero, y cuando a este se le agotan las fuerzas, lo reemplaza otro, de aquel mismo quinteto de cabeza. De entre los que siguen los pasos del primero, cada uno de ellos, incluso el más pequeño, el más débil, debe pisar un pedazo del manto nevado y no alguna otra huella.

Y sobre los tractores y a caballo no viajan los escritores, sino los lectores.

Relatos de Kolima. Varlam Shalamov

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La novedad...

Nuestro deseo de novedad es inagotable. Por eso el capitalismo es un éxito y la monogamia no.

Wellness. Nathan Hill

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Patriotismo (Yukio Mishima)

El teniente yacía, boca abajo, en un mar de sangre. La punta de la espada, que sobresalía de su nuca, parecía haberse hecho más prominente aun. Reiko anduvo negligentemente entre la sangre y se sentó al lado del cadáver de su marido. Lo observó atentamente. Tenía la mejilla apoyada en la alfombra, los ojos estaban muy abiertos, como si algo hubiera despertado su atención. Ella alzó la cabeza, la apoyó sobre su manga y, limpiándose la sangre de los labios, lo besó por ultima vez.

Luego tomó del armario una bata blanca y un cordón. Para evitar que su falda se desordenara, envolvió la manta alrededor de su cintura y la sujetó firmemente con el cordón.

Reiko se sentó muy cerca de Shinji. Extrajo la daga de su faja, examinó el brillo opaco de la hoja y la acercó a su lengua. El gusto del acero bruñido era ligeramente dulce.

Reiko no perdió tiempo. Pensó que el dolor que la había separado de su marido moribundo iba a formar ahora parte de su propia experiencia. Sólo vislumbró ante sí el gozo de penetrar en un reino que el amado Shinji ya había hecho suyo.

Había percibido algo inexplicable en la fisonomía agonizante de su marido. Algo nuevo. Le sería dado, pues, resolver el enigma.

Reiko sintió que, por fin, también podría participar de la verdadera y amarga dulzura del gran principio moral en que había creído el teniente.

Empujó entonces la punta de la daga contra la base de su garganta. La empujó fuertemente. La herida resultó poco profunda. Le ardía la cabeza y sus manos temblaban de forma incontrolable. Forzó la hoja hacia un costado y una sustancia caliente le anudó la boca. Todo se tiñó de rojo frente a sus ojos como el fluir de un río de sangre. Reunió todas sus fuerzas y hundió aun más profundamente la daga en su garganta.

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No mires hacia arriba

No mires hacia arriba

Es lo que me ha venido a la cabeza al ver la siguiente imagen. ¿Y a ti?

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