Entre toda la caza mayor, el curdlo exige los valores más elevados del cazador, tanto personales como de su equipo. Puesto que este animal se ha adaptado, durante su evolución, a soportar los impactos de los meteoritos revistiéndose, a este fin, de una coraza imposible de perforar, los curdlos se cazan desde dentro.
Para la caza del curdlo son imprescindibles:
A) En la fase inicial: pasta de base, salsa de champiñones, perejil, sal y pimienta.
B) En la fase de caza propiamente dicha: una escobilla de paja de arroz, una bomba de relojería.
I. Preparativos en el puesto de espera.
La caza de curdlos es del tipo de espera. El cazador, habiéndose untado previamente con la pasta de base, se acurruca en un surco del estorgo, y una vez preparado así, los compañeros lo espolvorean con perejil picado y le echan sal y pimienta.
II. Cumplidos los preparativos, se espera a un curdlo. Cuando la fiera se acerque se debe, conservando la sangre fría, coger con ambas manos la bomba de relojería que se tenía entre las rodillas. Si el curdlo está hambriento, suele tragar en seguida. Si el curdlo no quiere comer, se le puede incitar palmeteándole ligeramente la lengua. Si se prevé un fracaso, hay quien aconseja ponerse más sal encima; sin embargo, es un paso arriesgado, ya que el curdlo puede estornudar. No existen muchos cazadores que hayan sobrevivido al estornudo de un curdlo.
III. El curdlo, una vez ha tragado, se relame y se aleja. El cazador tragado, procede inmediatamente a la fase activa, o sea, se quita el perejil y las especias con la ayuda de la escobilla, para que la pasta desarrolle libremente su acción purgativa; a continuación regula la bomba de reloj y se marcha con la mayor rapidez posible en la dirección opuesta a la de su entrada.
IV. Al abandonar al curdlo, cuidar de caer sobre las manos y pies para no hacerse daño.
Nota. El empleo de especias picantes está prohibido. Se prohíbe igualmente presentar a los curdlos bombas de relojería reguladas y espolvoreadas con perejil. Quien proceda de dicha manera, será perseguido y penado por caza furtiva.
Stanislaw Lem, Diarios de las estrellas
Viaje decimocuarto