Señor gris promedio, a punto de la cuarentena, lee durante unos minutos los comentarios de las noticias del día en su agregador favorito. Lee a unos mamahostias creyendo que una oposición vendepatrias, fascista y violenta tiene algún tipo de credibilidad. Y lee a otros abrazafarolas creyendo que un régimen corrupto, matón y depauperador ha organizado unas elecciones limpias. El susodicho levanta la vista de su móvil y se mira en el espejo. Solía identificarse con las opiniones leídas allí. Hace tiempo que no. Ya no se reconoce. Tira de la cadena, se limpia las manos y sigue con su vida.