Está ocurriendo una transformación radical en el consumo de las familias de los países en vías de desarrollo. Un factor clave en la llamada "revolución de los supermercados" ha sido la llegada de cadenas de distribución a nivel mundial. Este proceso de globalización minorista ha generado acalorados debates. Algunos países como Argentina, Brasil, México y la mayor parte de Europa Oriental eligieron liberalizar totalmente la inversión extranjera directa al por menor a comienzos de la década de 1990. Otros países, como la India la siguen restringiendo fuertemente mientras que otros como Indonesia, Malasia y Tailandia volvieron a imponer barreras regulatorias después de haberlas eliminado inicialmente. El motivo de la importancia que se ha dado a la expansión de los supermercados en los países en desarrollo es la tradicional importancia del sector como empleador de primer orden.
Una investigación reciente (Atkin 2015) realizada en México muestra como la entrada de supermercados extranjeros provoca grandes e importantes mejoras en el bienestar para las familias, siendo la mejoría de un 6,2% de la renta inicial del hogar. La mayoría de este efecto se debe a una reducción significativa en el costo de la vida por hogar. Los efectos en los salarios nominales son muy pequeños en comparación. Este artículo sostiene que el debate acerca de la expansión de tiendas y cadenas de tiendas extranjeras en países en desarrollo debe centrarse más en cómo se reduce el coste de la vida de la inmensa mayoría de la población que en los posibles efectos en los salarios nominales dentro del comercio minorista.