Existe en la Quinta Avenida de Nueva York una ventana sobre la cual la gente se agolpa desde la calle. Noche y día, sosegadamente, imaginamos casi en silencio. Una ventana seductora e hipnótica como una puesta de sol o una lluvia de estrellas. Nadie podría imaginar que en realidad, lo que se admira con la emoción propia del corsario ante La Isla del Tesoro, es nada más y nada menos que la poderosa caja fuerte del banco para la Manufacturers Trust Company.
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