Estás en tu sofá. No has pisado la calle en días, tu teléfono no ha sonado. Ya son muchos meses en paro. Miras a la estantería. ¿Cuándo piensa llevarse tu ex todos esos libros? ¿Vas a tener que hacer las malditas cajas, envolvérselas para regalo y dejárselas en la puerta de su nueva casa? A tu antiguo compañero de trabajo, el malnacido que te hizo la cama, le acaban de ascender, lo ha contado en Facebook, lo celebrará con una fiesta en su terraza a la que no estás invitado. Tampoco tienes terraza.
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