La historia de la mecanografía es la historia de la reducción de la complejidad lingüística a componentes o acciones fácilmente manejables y replicables. Pero ¿y si algunas cosas parecen ser irreductibles? El sistema de escritura chino es uno de esos casos. A diferencia de un alfabeto de 27 letras (como el castellano) o incluso de 84 (el siamés), la gran cantidad de caracteres ideográficos chinos no puede reducirse fácilmente a un concepto común tipificable.
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